Rafel Puig narra experiencia lunar del Apolo 11

Hace 40 años, Rafael Puig, era un estudiante universitario quién presenció el lanzamiento del cohete a la luna...

martes, 21 de julio de 2009

Rafael Puig, invitado por la NASA al lanzamiento del Apollo 11 | multimedios.tv

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sábado, 18 de julio de 2009

UN MEXICANO EN EL LANZAMIENTO DEL APOLO 11


A P O L O 11: UNA CITA CON LA HISTORIA
En el 40° aniversario del Alunizaje
(Viernes 16 de julio de 1969, el despegue; martes 20 de julio, el alunizaje)
Julio de 1969 – julio del 2009
Por el Lic. Rafael Puig Gámiz


Tuve la fortuna de poder vivir mi niñez en el campo, en donde por las noches, en aquel entonces, libres de contaminación, se podía apreciar el gran espectáculo del cielo salpicado de miles y miles de estrellas que como luciérnagas iluminaban la noche en compañía de la Luna, ya que nuestra casa se localizaba pegada a la carretera federal, entre Córdoba y Fortín de las Flores, Ver. Lugar privilegiado por su exuberante vegetación y su paisaje lleno de montañas y enmarcado por la imponente vista del volcán de El Pico de Orizaba o Citlaltepetl,

Nuestro Papá sabia inculcar entre sus 4 hijos esa curiosidad hacia la investigación, por lo que en enero de 1957, recibimos como regalo de los Reyes Magos, una preciosa caja de madera, conteniendo un enorme telescopio de 1.50 m. marca “Polara”, el cual vino a hacer la pareja de un pequeño telescopio de unos 35 cms de largo, el cual cargábamos como juguete a todos lados.

Fue en ese mismo año, el 4 de Octubre de 1957, cuando una noticia difundida por todas las estaciones de radio y que ocupaba todas las columnas de los Diarios corría de boca en boca como reguero de pólvora, nadie hablaba de otra cosa: ¡Los Rusos habían puesto en órbita el primer satélite artificial!

Este famoso satélite se llamaba Sputnik 1 y era del tamaño de un balón de basket ball hecho de acero inoxidable y pulido como espejo para facilitar su localización y que llevaba en su interior un radio que transmitía, gracias a sus 4 largas antenas, ondas de radio parecidas a un “bip-bip-bip”.

Los periódicos se encargaron de publicar los horarios en los cuales se podía observar el paso del Sputnik 1 por México, por lo que todo el mundo estaba pendiente de estar observando el cielo durante las noches y nosotros no éramos la excepción, tratando de tener la suerte de localizarlo primero a simple vista e inmediatamente tratábamos de enfocarlo rápidamente con los telescopios para tener una mejor percepción.

El hecho anterior fue altamente significativo en mi vida para interesarme mas en los logros del hombre para conquistar el espacio, aunado al interés despertado por el tema, las películas y revistas de ciencia-ficción se multiplicaron.

En fechas posteriores se darían mas avances, como el del 3 de noviembre de 1957 cuando fue orbitada la perra Laika o la del 12 de Abril de 1961, cuando la cápsula espacial rusa Vostok 1, puso al primer hombre en el espacio, Yuri Aleixeievich Gagarin.

El primer estadounidense puesto en órbita alrededor de la Tierra el 20 de Febrero de 1962, fue John Glenn, en la nave Friendship 7. (Para esa ocasión se utilizo una red formada por 18 estaciones repartidas en los cuatro continentes, una de ellas instalada en Guaymas, Sonora, México, ayudo a seguir la trayectoria del vuelo espacial segundo tras segundo).

La carrera espacial estaba en su apogeo y el interés en el tema cada vez era mayor.

Años después, por cuestiones escolares, nos trasladamos a vivir a la Cd. de México y estando en mi casa, preparándome para ir a la Escuela Superior de Economía, donde cursaba en mayo de 1969, el tercer año de la licenciatura, recibí una llamada telefónica del Agregado Cultural de la Embajada de los Estados Unidos de América en México, en la cual me hacían una invitación, por parte del Departamento de Estado de dicho país, para presenciar en Cabo Kennedy el lanzamiento del Apolo 11, el cual seria el primer intento de colocar a un hombre en la luna. ¡Mi sorpresa fue enorme!.

Después de realizar algunas visitas al Agregado Cultural y de proporcionarme la agenda y mayor información al respecto, el tiempo se me fue como agua, esperando la salida.

La fecha fijada para iniciar nuestro viaje llegó y el domingo 13 de julio la cita fue en el Salón de Visitantes Distinguidos del Aeropuerto Internacional de la Cd. de México, donde tuve la oportunidad de conocer al resto de los integrantes del grupo invitado.

Nuestros anfitriones por parte de la Embajada de los Estados Unidos, serían: Robert P. Milton, Robert Service y Edward Elly.

Por parte de México, se invitaron solamente a 20 personas, de las cuales, 10 correspondían a dueños de medios de comunicación y connotados científicos y los otros 10 éramos estudiantes y/o líderes de asociaciones estudiantiles.

Abordamos nuestro avión, que hizo escala en la Cd. de Mérida y continuo su vuelo con destino a la Cd. de Miami, Fla. Tuve la fortuna de que mi compañero, en este trayecto del viaje, fuera el Ing. Guillermo Massieu H., Director General del Instituto Politécnico Nacional, notable científico, desde entonces excelente amigo y único representante de una casa de estudios.

Al descender en el Aeropuerto Internacional de la Cd. de Miami, tan pronto recogimos nuestras maletas, ya que nuestro grupo no fue objeto de ninguna revisión por parte de las autoridades aduanales, abordamos el autobús especial, que con una gran hielera llena de refrescos nos estaba esperando para mitigar ese gran calor del verano de la Florida, el cual nos trasladó al hotel Columbus, nombre muy apropiado por la similitud del acto que íbamos a presenciar.

Los días siguientes fueron de visita por las diferentes instalaciones de Cabo Kennedy, recorrimos el enorme edificio donde ensamblan los cohetes que posteriormente son trasladados, con ayuda de poderosos tractores, hasta su lugar de lanzamiento; los viejos puestos subterráneos de observación en los cuales a través de periscopios se podía ver el despegue; los tipos de cohetes utilizados en los diferentes proyectos y un sin número de cosas más que despertaban mas nuestra imaginación y motivaban las preguntas que sin cesar hacíamos a nuestros guías, los cuales ya pedían esquina. Mientras tanto, Oscar Alarcón, Director de El Heraldo, aprovechaba el momento y no le daba respiro a su cámara, sacando cientos de fotografías.

Al final de los recorridos, era el momento de vivir la ciudad; de probar una taza de un aromático y autentico “café cubano” en cualquiera de los pintorescos locales esquineros, amenizados siempre con la agradable charla de los exiliados cubanos y de su música tropical; de ir a la cercana Miami Beach con sus lujosos hoteles y también de conocer algunas discotecas, en ese tiempo muy de boga, tales como la “Castaways”, en la cual no dejaba uno de escuchar el tema de “Acuario”.

El tercer día, el miércoles 16 de julio de 1969, fue la fecha esperada por todos, muy temprano abordamos el autobús que nos conduciría, nuevamente, por más de 290 kms., de la Cd. de Miami a Cabo Kennedy (de 1963 a 1973, recibió este nombre en honor del presidente John F. Kennedy que impulso el programa espacial. Posteriormente se le siguió llamando Cabo Cañaveral.)

Cuando íbamos llegando a las instalaciones, era impresionante, ver a cerca de un millón de personas que en casas de campaña, carros y remolques se encontraban acampando en las carreteras de acceso a las inmediaciones de la cerca de malla ciclónica que limitaba el acceso al Centro Espacial desde muchos días antes, todo con la finalidad de ganar el mejor lugar para presenciar el lanzamiento.

Después de que el personal militar permitió el acceso de nuestro autobús recorrimos todavía varios kilómetros hasta llegar al lugar donde se ubicaban las gradas para los invitados especiales de todo el mundo, localizadas a 3,000 metros de distancia de la plataforma de lanzamiento, ya que era él sitio más cercano en el que por cuestiones de seguridad, en caso de algún siniestro, se permitía la presencia de personal civil.

El personal de la NASA nos explicó que éste sitio era exclusivo para las personas invitadas de diferentes países y organismos internacionales y que incluía entre los presentes, a los Diputados, Senadores, Gobernadores y al entonces Vicepresidente de los Estados Unidos, Spiro T. Agnew, durante la gestión del presidente Richard Nixon.

Recorriendo el lugar, en compañía de los Sres. Guillermo Salas y Guillermo Vela (dueños del Núcleo Radio Mil y de una Agencia Noticiosa, respectivamente) y de un ingeniero de la NASA, que hacia las veces de guía, me indico, que cerca de nosotros se encontraba el astronauta John H. Glenn Jr. (El primer norteamericano en orbitar la tierra en el programa Mercury y que el
28 de octubre de 1998 se convirtió en la persona de más edad, a sus 77 años, en ir al espacio, a bordo del Transbordador Discovery), al cual le estaban haciendo una entrevista, le pedí que me lo presentara y al saludarlo, quitándome el gafete de identificación que nos habían dado para el evento, le solicite su autógrafo, a lo que él accedió gustoso estampando su firma en la parte posterior del mismo. Lo anterior, hace que dicho gafete tenga para mí un doble valor estimativo.

Minutos después, cuando por los altavoces comenzó a escucharse la cuenta regresiva, la tensión hizo presa de todos los presentes, los cuales dirigíamos la mirada a la plataforma de lanzamiento guardando un profundo silencio, al llegar a “cero”, empezaron a salir potentes lenguas de humo y fuego acompañadas de un ruido ensordecedor, pero, el cohete de 109 m de altura y 2,800 tons parecía seguir en su lugar y que nunca iba a poder elevarse, fueron segundos que parecieron una eternidad cuando lentamente empezó a despegar enfilándose hacia el espacio, el silencio y la tensión se transformaron en una euforia total prorrumpiendo todos los presentes en una gran exclamación de júbilo y en sonoros aplausos, ya que la tripulación formada por Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin, Jr. y Michael Collins estaban ya en camino. La estela de humo que fue dejando la nave al elevarse en un cielo muy azul y soleado nos ayudó a que pudiéramos percibir como se consumía la primer etapa del enorme cohete Saturno V.

¡El gran salto para la humanidad, había comenzado!

Al final del gran evento que acabábamos de presenciar y todavía con un nudo en la garganta por la emoción, no nos quedo más remedio que abordar nuestro autobús para ir de regreso a la Ciudad de Miami. En el trayecto, mi compañero de asiento me comentaba que en la muy cercana Cd. de Orlando se estaba empezando a construir un nuevo desarrollo de Disneylandia en un área de 11,000 Has., Agregaba, cambiando de tópico, que él consideraba que no había sido muy correcto que Rafael Cutberto Navarro, otro de los invitados y dueño de la cadena de radiodifusoras Radio Cadena Nacional, RCN, no se hubiese regresado con el grupo, pues había preferido rentar un aerotaxi que lo transportara a su casa en la Joya Calif., ya que, –agregaba-, si la idea hubiera sido que cada uno se regresara por su lado, él se hubiera traído su avión particular, ya que inclusive era el único dueño de un jet en México con licencia para pilotearlo. ¡ Por lo visto mi acompañante, del cual desconocía aun su nombre, era una persona muy singular !. Dicho lo cual, me dijo que iba a mostrarme unas fotos y sacando su portafolios, observe que tenia las iniciales “R” y “O”, a continuación lo abrió para sacar varias fotos de su avión el cual, me explico, tenia las siglas de identificación “PUE”, por ser él originario del Estado de Puebla.

Las fotos se siguieron desgranando una tras otra, mostrando lugares, paisajes y recuerdos, tales como su aniversario de bodas en Roma, en compañía de algunos amigos como el Lic. Miguel Alemán Velasco y su guapa esposa Cristian Martell. Conforme seguía hablando, todos se iban levantando de sus asientos para acercarse lentamente a nuestros lugares y no perder detalle de la conversación tan interesante.

En ese tiempo, finales del sexenio de Díaz Ordaz, la ebullición política estaba en su apogeo, ya que había seis precandidatos o tapados a la presidencia, por lo que le pregunté, cual de todos sería el candidato ungido por el dedo, a lo que él me contestó con una semblanza muy documentada de cada uno de ellos, al término de su exposición le dije: “Don Rómulo, según Usted, el candidato va ha ser Luis Echeverría Álvarez”, a lo que él, con gran agilidad respondió: “eso, jovencito, lo dijo usted, no yo”, haciendo que todos estalláramos en una gran carcajada y en aplausos. ¡No cabe duda que Don Rómulo O´Farrill Jr., en ese tiempo dueño del periódico Novedades, era una persona de amena charla y con un gran manejo de la información!

Uno de los estudiantes, le dijo: Don Rómulo, lo invitamos en Miami a comer al “Chicken & Fish”, (era un restaurante en donde se podía comer todo el pollo o pescado por un dólar, ya se imaginarían como estaba el lugar y más la comida). Muchachos.... ¡Mejor yo los invito a cenar en el restaurante del hotel!. Fue su respuesta.

Esa misma noche del 16 de julio se llevó a cabo la cena prometida, la cual estuvo llena de comentarios sobre el lanzamiento, de agradables anécdotas y picantes chistes. Ya para los postres, levantándome solicite la palabra y a nombre de todos me toco dar las gracias a nuestros anfitriones de la Embajada Americana por esa experiencia tan maravillosa, a Don Rómulo por su charla y su magnífica cena y a todos en general por la oportunidad de convivir unos días inolvidables. Al sentarme, se levantó inmediatamente un estudiante, el cual comenzó a hacer uso de la palabra con una gran facilidad de improvisación y dando las inflexiones adecuadas a cada idea que pronunciaba sobre sus experiencias sobre el evento del Apolo 11 y lo que significaría para cada uno de nosotros en un futuro cercano. Desde esa ocasión nació una entrañable amistad, que ha perdurado hasta la fecha con el Lic. Heladio Ramírez López. Quién se iba a imaginar que pocos años después, este ex-campeón nacional de oratoria, le iba a contestar, ya como diputado federal, un informe presidencial al Lic. Luis Echeverría Álvarez y seria Gobernador de su estado natal de Oaxaca y ex Secretario General de la Confederación Nacional Campesina.

Cuatro días después de nuestra cena en el Hotel Cristophoros Columbus, el domingo 20 de julio, a las 20:17 hrs. tiempo de México, el mundo fue testigo cuando Neil Armstrong y Edwin Aldrin, Jr., lograron “alunizar” con el Eagle (Módulo Lunar) en el Mar de la Tranquilidad, mientras que Collins tuvo que permanecer en el Módulo de Comando y Servicio (CSM), en órbita lunar.
A Neil Armstrong Comandante de la Misión, le toco el honor de descender del Módulo y ser el primer hombre en pisar la superficie Lunar, la frase que expreso al hacerlo: “Voy a abandonar ahora el modulo lunar. Es un pequeño paso para el hombre, pero un salto gigantesco para la humanidad", quedo acuñada para la posteridad.
El Módulo Lunar estuvo 21 hrs. con 36 min. en la superficie y los dos astronautas duraron 2 Hrs. 31 min. afuera de la nave, apartándose no más de 50 m de la Base Tranquilidad y recolectaron 22 Kg. de rocas y polvo.
Para su regreso a La Tierra, utilizaron la estructura de descenso del Módulo Lunar Eagle como plataforma de lanzamiento y posterior acoplamiento con el Módulo de Comando y Servicio.

La Misión duró un total de 8 días y amarizo en el Océano Pacifico, donde fueron recuperados sin contratiempo y llevados a realizar una cuarentena de dos semanas.

Lo anterior abrió un nuevo capítulo en la historia de la humanidad y la investigación e hicieron realidad los sueños de muchos visionarios de la ciencia y la literatura, de los cuales conocíamos sus trabajos como de… “Ciencia-Ficción”, tales como Julio Verne con su novela “De la Tierra a La Luna” o del científico Hermann Oberth (nacido en Hermannstadt, Tansilvania, hoy Rumania), autor del libro “Los cohetes hacia los espacios interplanetarios” (1923), que tuvo gran éxito popular y familiarizó a la opinión pública con problemas cuya existencia ni siquiera se sospechaba. Oberth predijo que entre 1966 y 1968 se llegaría a la Luna y poco después a Venus.

A los pocos meses de nuestro regreso a México y dentro del marco de la gira mundial que realizaban los tres astronautas: Neil A. Armstrong, Edwin E. Aldrin, Jr., y Michael Collins, me invitaron a un cocktail en la residencia del embajador de los Estados Unidos para tener una convivencia con ellos. Nuevamente el equipo se volvió a reunir, a más de varios centenares de invitados, destacados todos ellos en sus diferentes ámbitos intelectuales, políticos y sociales.

En las invitaciones que envió la Embajada, decía claramente que estaba estrictamente prohibido saludar de mano a la tripulación del Apolo 11, así como pedirles autógrafos. En pocas palabras, tenias que conformarte con verlos “de cerquita”. Es interesante reflexionar, que los astronautas habían estado durante su largo viaje a la luna dentro de una cápsula espacial, aislados del exterior, ahora, a su regreso a la Tierra, habían emprendido un viaje más largo y tortuoso todavía, aislados del exterior en una forma más hermética aun, viajaban... ¡dentro de una cápsula diplomática!.

Pero ellos no eran las únicas estrellas que brillaban en la reunión, también se encontraba entre los invitados, una famosísima y escultural artista italiana: Gina Lollobrígida, la que alejada ya de las pantallas, incursionaba en el campo de las entrevistas y la fotografía y como a ella no estaba prohibido saludarla, aproveche la ocasión para saludarla, platicar con ella y por supuesto pedirle su autógrafo.

El final de la reunión llegó y con ella se cerraba un capítulo indeleble para nosotros, ya que la gran experiencia que tuvimos la oportunidad de vivir, perdurara en nuestras vidas para siempre como una lección de audacia, perseverancia y superación.

Monterrey, N.L., a julio del 2009
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